Vygotsky fue un creador excepcional, epíteto que califica tanto al hombre como a su obra. Devoto puntual del arte por vocación, abogado por formación profesional, psicólogo por profunda convicción y pedagogo por extensión y práctica. En Vygotsky encontramos a uno de esos eruditos que la psicología o la pedagogía ya sólo consignan en los libros de historia. Se compenetró del saber artístico y científico de su época y lo integró y moldeó de acuerdo con sus propios intereses y propósitos. El resultado de abrevar en fuentes diversas, sin embargo, no fue un revoltijo ecléctico, sino un proyecto teórico sorprendentemente original y sugestivo, aunque inconcluso. Al igual que el destino de muchos grandes hombres, Vygotsky desempeñó fielmente el papel de genio incomprendido y vilipendiado. En la historia de la psicología, no es posible encontrar un caso más desafortunado e injusto que el de Lev Seminovich Vygotsky. En muy escasas ocasiones, las ideas de un psicólogo han llegado a conjuntar tantas tergiversaciones y actitudes intolerantes. Gran parte de lo cual, sin duda, se debió a la férrea y obtusa dictadura estalinista.
Mientras vivió, Vygotsky tuvo que enfrentar severas y numerosas censuras, la mayoría de ellas malintencionadas y, en el mejor de los casos, simplemente equívocas y parciales: fue acusado de antimarxista (pese a que desde su juventud había adoptado el marxismo no sólo como teoría científica de la sociedad, sino como guía para el pensamiento y la vida personal), se le criticó severamente su inclinación y preferencia por los tests psicológicos (siendo él mismo uno de los principales censores del abuso de las pruebas psicológicas) y se le clasificó como idealista (aun cuando propuso una serie de lineamientos que establecían el carácter histórico y concreto de la psicología). Después de su temprana muerte, ni sus más fieles y convencidos seguidores pudieron levantar la condena estalinista que "silenció" su obra por más de veinte años. Sólo hasta 1956, tras el derrocamiento de Stalin, se pudo propiciar la justipreciación de su postura.
Ahora, cerca de culminar un milenio, podemos apreciar la reinauguración de este autor soviético -ahora ruso-- en el foro de la psicología y la pedagogía. Aunque este volumen pretende mostrar los diferentes intereses y ángulos de las ideas vygotskianas referidas a la psicopedagogía, podernos sustanciar su aportación si destacamos lo social, tanto en el origen y desarrollo de la conciencia humana, como en el carácter de los procesos educativos. Lo social como epítome de lo humano y como sustancia de la investigación.
En efecto, con Vygotsky -en coinIDMEnte conjunción con Peirce, Mead y Bajtín- se rehabilita el signo como el rasgo ingénito de lo humano, de lo social. El signo como molde de la palabra y ésta como utensilio primordial del pensamiento y de la comunicación. En el signo, la sociedad materializa sus formas de vida, sus necesidades y satisfactores, sus actitudes y reacciones, el placer y lo irracional, sus estilos educativos. Ese inmenso retículo de formas de ser, lo social, se expresa y pervive mediante el signo. La vida humana está definida, desde el inicio, por la comunicación y, por tanto, el ser humano es obligadamente un heredero. El recién nacido, al ingresar al mundo, recibe una compleja herencia de hábitos, usos, lenguajes, estilos y significados del entorno que le preexiste. Los propios padres también fueron -y siguen siendo- herederos; también lo fueron los abuelos y así sucesivamente. Las generaciones transmiten lo social mediante el signo.
El niño, entonces, se somete -activamente- a las andanadas del mundo simbólico que le rodea, se las apropia y las revierte en significados nuevos que serán andanadas para alguien más que después revertirá. El ser humano aparece como una semilla en tierra sígnica, llega a madurar como un fruto en el aire, para el que tiene sentido lo mismo la quietud de la rama que lo sostiene que su caída: los significados se transforman pero nunca mueren.
Podríamos resumir el propósito primordial de este volumen con la expresión volver a Vygotsky. Pero no se trata de un arranque nostálgico que pretenda suspirar por las ideas añejas de la psicología, ni se busca detectar viejos problemas para ponerlos de nuevo sobre el tapete de debates, tratando de persuadir al lector de que nadie como uno ha puesto el dedo sobre la llaga. Nuestro propósito es auténtico, aunque modesto: permitir un acercamiento a la vida y obra de este autor singular, centrándonos en sus aportaciones sobre la enseñanza y el aprendizaje.
El auge del enfoque sociocultural, como se le ha venido llamando a la corriente que, directa o indirectamente, se basa en las ideas de Vygotsky, es tan definitivo y extenso que resulta prácticamente imposible cuadricularlo en un solo texto, por grueso que sea. Por ello, nuestro ánimo nunca nos orientó hacia afanes enciclopedistas siempre incompletos, sino hacia un espíritu provocador, en el mejor sentido del término. Este volumen es breve, quizá se antoje famélico para los buenos paladares, pero hemos tratado de incluir los temas que mejor encarnan al autor. No se trata de un banquete sino de un entremés y con él deseamos despertar el apetito por las suculentas ideas de Vygotsky. "En el primer capítulo, Una vida breve, una gran obra", tratamos de hilvanar sus principales rasgos biográficos con la génesis de sus intereses teóricos y prácticos. Particularmente, integramos en cuatro grupos de intereses la formación multitemática de Vygotsky: 1) el arte, 2) el marxismo, 3) la pedagogía y 4) la psicología. Pudiera dar la impresión, este primer capítulo, de que nos ha ganado el deseo secreto y frustrado de escribir una novela sobre un hombre notable, inquieto y erudito y cuya vida está rodeada de obstáculos e injusticias. Para completar el cuadro, podríamos recurrir al dramatismo profundo de un movimiento social revolucionario y a sus profundas consecuencias sociales. En efecto, todos estos ingredientes están presentes, pero sólo como pálida transcripción de sucesos rigurosamente ciertos. Hemos descrito, naturalmente, aquello que nos pareció decisivo en la formación de este autor.
En el segundo capítulo analizamos las ideas vertebrales de su enfoque, haciendo énfasis en sus nociones de herramientas físicas y simbólicas. Aquí es donde pormenorizamos la función y cualidades de los signos. Tema verdaderamente nuclear de su postura. En el tercer capítulo desarrollamos su concepción sobre la estructura, funciones y características del lenguaje y señalamos sus diferencias con Piaget, al tiempo que ponderamos la evidencia empírica, especialmente la actual. En el capítulo cuarto describimos el proceso de formación de conceptos propuesto por Vygotsky, caracterizado como un proceso mediado socialmente.
Finalmente, en los dos capítulos restantes, analizamos sus ideas sobre la educación y la forma en que el conocimiento de los procesos del desarrollo puede repercutir en un mejor desenvolvimiento y comprensión de ésta. Para ello, sugerimos algunos procedimientos para trabajar con la zona de desarrollo próximo en el quinto capítulo. De igual manera, entre otros temas relacionados, nos dedicamos al análisis de esta importante noción, su definición, propiedades y utilidad práctica en la educación. En el sexto y último capítulo exploramos los aspectos potencial